Puertas y ventanas de par en par, para que entre aire fresco, ventilé los abrigos y las faldas.
Inocente y entregada, logré que las dudas del tiempo pasado no despojasen las páginas escritas, de la suave brisa, pero el viento sopla más fuerte.
Y mi pelo se despeina, pero no puede ser de otro modo, es así de voluble y alborotado...
Abrigada con la manta de la esperanza, mostré la mirada dulce, y el gesto firme, soportando la lejanía en los ojos, y una sonrisa al viento lanzé, esperando que amaine, y vuelva la calma, pero no cerrare las puertas ni las ventanas, las dejaré así, abiertas...
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